Para él no es novedoso tener entre sus manos una espiga de arroz, lleva 38 años dedicado a sembrar la semilla que le ha dado todo lo que tiene en su vida. La experiencia no se improvisa y durante todos estos años él no sólo ha desafiado la inclemencia del clima sino que ha descubierto y ha controlado las diferentes plagas que buscan deborarse un cultivo.
Sus manos ya dejan a la vista, no sólo sus años, sino la experiencia que ha adquirido para sacar de las tierras más áridas las mejores cosechas que alimentan a gran parte de país. “No es fácil en esta época cultivar, nosotros, como siempre lo he dicho, somos los únicos que tenemos el futuro al sol y al agua pero se sigue en la lucha” expresa Atilio Maz Andrade.